El Comité hizo observaciones sobre la malnutrición familiar y la mala salud de los niños, pero todavía no tenemos informes de la prensa de Corea del Norte, de que los niños tengan las extremidades y los genitales cortados o mutilados o que usen medicamentos, como en Sudáfrica.

Las cuestiones de género también se plantearon, pero los norcoreanos no se dedican a abusos tales como la mutilación genital femenina así como los magrebíes.

Y los niños de la República Democrática de Corea no se enfrentan a la amenaza de ser muertos de hambre o porque se cree que son brujas, como en la República Democrática del Congo.
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En Corea del Norte si los padres no pagan la matrícula escolar «entran las campañas de buena conducta» en la que los niños proporcionan y satisfacen la demanda de materias primas como el acero, caucho y piel de conejo.

Esto es una reminiscencia de las escuelas de la Iglesia en Irlanda en el siglo pasado, cuando los niños esperaban la turba o el carbón para las “escuelas de fuego” como fueron llamadas y que usaron para calentarse y cocinar.

La afirmación de que los niños trabajan con el Estado que ejecuta las explotaciones de opio para ganar divisas extranjeras plantea la extraña ironía de que los niños en el mundo del más ardientemente estado secular socialista, podría ser contratado en la misma forma de la mano de obra como los islámicos en Afganistán.

La preocupación del Comité sobre los niños de la calle, del mismo modo refleja similares circunstancias en Afganistán, Pakistán, Turquía y Egipto.

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